¡Te doy la bienvenida a El gabinete del artista!
En esta entrada volvemos a los comentarios de obras y, tras inaugurar la sección con el análisis especial de la obra del banner de Alma-Tadema, para el día de hoy he escogido una obra cuyo autor y estilo difieren mucho del academicismo victoriano anteriormente visto. Estamos hablando de una obra de suma importancia dentro del recorrido de uno de los artistas españoles más relevantes del siglo XVIII.
¡Aquí tenéis La familia de Carlos IV de Francisco de Goya y Lucientes!
Francisco de Goya y Lucientes, La familia de Carlos IV, 1800. Óleo sobre lienzo, 280 x 336 cm. Madrid, Museo del Prado, P000726.
Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) comenzó su carrera artística al entrar como alumno del pintor barroco José Luzán Martínez en la Academia de Dibujo de Zaragoza a la edad de 13 años, siguiendo las aspiraciones artísticas de su hermano Tomás. No fue hasta 1771, tras un viaje de estudio en Italia, que Goya recibió su primer encargo importante como artista para pintar la bóveda del coreto de la basílica del Pilar, donde demostró sus impecables habilidades en el fresco. Sin embargo, una de las etapas más relevantes en su carrera artística se da durante su madurez, cuando se dedica a crear retratos de gran calidad de personajes destacados de la aristocracia y la industria. Esta etapa, previa a sus pinturas negras y sus obras sobre la guerra, ve su inicio marcado por el encargo de un retrato de la familia real de Carlos IV.
Esta obra es un óleo sobre lienzo de 250 x 336 cm. creado en 1800 por encargo de la casa real. Como el título de la misma indica, se trata de un retrato de la familia real española, que incluía no sólo a los reyes y a los infantes sino a otros familiares cercanos como los hermanos del rey. Previamente Goya había creado algunos retratos de la familia real, como La reina María Luisa con mantilla (1799-1800) que le procuró su nombramiento como primer pintor de cámara.
Encontramos en esta pieza una composición muy similar a la utilizada en Las Meninas (1656) de Diego de Velázquez, lo cual no sorprende conociendo el gran aprecio y admiración de Goya hacia el pintor sevillano. Esta característica es visible en la parte izquierda, donde Goya se retrata realizando este cuadro, pero de manera más humilde que Velázquez al ubicarse en el fondo y parcialmente oculto por las sombras. Tras él se aprecian dos obras de temática mitológica pertenecientes a la colección real, siendo la ubicada tras Goya una escena de Hércules y Onfale.
Haciendo a un lado este detalle, la composición se divide esencialmente en tres zonas atendiendo a la distribución de la familia real. En primer lugar la zona izquierda donde se ubican el propio Goya, un joven Carlos María Isidro oculto tras el futuro Fernando VII que viste el azul del Principado de Asturias, la hermana del rey e infanta María Josefa Carmela, y la futura esposa de Fernando VII. En segundo lugar la zona central donde se encuentra la reina María Luisa de Parma junto a sus hijos, llevando un vestido a la moda francesa posterior a la Revolución e imitando la pose de la infanta Margarita de Las Meninas. Por último la zona derecha donde se aprecian al rey Carlos IV portando el Toisón de Oro y las placas de la real orden de Carlos III, el hermano del rey e infante Antonio Pascual junto a su esposa y sobrina la infanta María Amalia, y la hija mayor de los reyes e infanta María Luisa junto a su esposo Luis y su hijo Carlos Luis.
Esquema de los personajes de la obra
Aparentemente sencillo, este retrato familiar contiene multitud de detalles que pueden pasar desapercibidos y denotan el talento y los rasgos característicos de Goya. Comenzando por la obra de Hércules y Onfale, ésta no está escogida al azar sino que se implica enormemente en el enfoque que el zaragozano quiso darle al retrato de la familia real. Si bien es cierto que la relación entre las flechas del tocado de la reina y su fecundidad y los amores de Hércules y Onfale es innegable, Goya quiso ir más allá con la intervención del tema mitológico. Este episodio es uno de los últimos de la vida mortal de Hércules antes de su llegada al Olimpo, por lo que el oscurecimiento de la obra sería una alusión al paso del tiempo en contraste con la idea de inmortalidad transmitidas por obras reales previas.
La complicada relación entre el artista y la realeza no sólo se podía apreciar en esa rotura del canon regio, sino en los propios individuos retratados. Ya en retratos anteriores se observa la crudeza con la que Goya retrataba a la reina la cual, lejos de ser idealizada, aparecía con un rostro mucho más afeado de lo común en este tipo de retratos. Lo mismo ocurre con el rostro del rey, en cuyo caso su rostro refleja una personalidad débil y manipulable. Estos rasgos son reforzados con las posiciones de ambos, ya que mientras la reina se ubica en el centro como la que maneja la familia, el rey se coloca a un lado como símbolo de su actitud pusilánime.
Detalle de la reina María Luisa
Detalle de rey Carlos IV
Los reyes no son los únicos que revelan la mano de Goya en esta obra. En el caso de la joven prometida de Fernando VII, se puede observar que mira hacia atrás de manera que oculta su rostro. Esta postura no es casualidad, puesto que por aquellas fechas aún se consideraban a las posibles candidatas y no se había llegado a ninguna conclusión. Por ello, el pintor optó por retratarla en esta peculiar pose para evitar conflictos más tarde.
Detalle de la joven desconocida
Un caso similar ocurre en la parte derecha, aunque por diferentes motivos. Se puede observar justo entre Antonio Pascual y Luis de Borbón-Parma el rostro de una mujer, que se corresponde con el de la infanta María Amalia, esposa y sobrina de Antonio Pascual. En realidad, la infanta había fallecido en 1798 al dar a luz a un hijo que también murió poco después, por lo que fue incluida de perfil a modo de estela funeraria romana.
Detalle de la infanta María Amalia
A pesar de la gran inspiración en la obra magna de Velázquez, las diferencias entre ambos retratos reales se hacen muy claras si analizamos sus características técnicas. La estancia bien definida por Velázquez pasa a ser aquí de dimensiones indefinidas y, como consecuencia, el complejo juego de luces y sombras de carácter barroco es simplificado por Goya siguiendo la tendencia neoclásica y acomodándose a la estancia en cuestión. Lo mismo ocurre con el posicionamiento de ambos artistas: en la obra de Velázquez éste se ubica junto a las meninas en lo que parece un retrato de los reyes reflejados en el espejo del fondo, mientras que Goya está en último plano por lo que se supone que un espejo se ubica donde está el espectador para poder retratar a la familia.
Los colores apagados y cálidos predominan en la paleta, propio del neoclasicismo imperante, pero contrastan con detalles de colores más vivos como las bandas y las joyas que portan los retratados. Pero Goya también demuestra ser un artista único en el panorama europeo, y para comprobarlo podemos comparar esta obra con las características generales de Jacques-Louis David, uno de los mayores representantes del neoclasicismo. Mientras que el estilo de David se inclina por una gran precisión geométrica y la prioridad del dibujo sobre el color, Goya comienza a anticipar de cierta manera el impresionismo a través de formas menos delimitadas que aportan una mayor suavidad a la obra. Por si fuera poco, los temas morales y éticos inspirados en la Antigüedad aquí se sustituyen por un retrato donde prima la representación de la familia en sí sobre la representación del poder. Esto es visible al no haber símbolos de poder y a su vez presentar expresiones y rasgos muy humanos, como ocurre con la reina abrazando a la infanta María Isabel, con Carlos María Isidro que refleja timidez al esconderse tras su hermano o con la infanta María Luisa llevando en brazos a su hijo aludiendo a la lactancia.
Tomando en cuenta el gran lujo de detalles que Goya aporta a esta obra de una manera única y personal, no es de extrañar que La familia de Carlos IV sea desde entonces y hasta ahora una de sus obras más estudiadas y relevantes, siendo una de las primeras obras realizadas durante su extenso período de retratos.
¡Y aquí termina este comentario! Espero que te haya resultado interesante y que, si vives o visitas Madrid, aproveches la oportunidad para visitarlo en el Museo del Prado.
Si tienes alguna duda o sugerencia, por favor escríbela en los comentarios o contacta conmigo a través del formulario en la barra lateral.
¡Nos vemos en la próxima entrada! ✨
Fuentes: Museo Nacional del Prado - La familia de Carlos IV
Museo Nacional del Prado - Goya y Lucientes, Francisco de
RTVE Play - Mirar un cuadro: La familia de Carlos IV (Goya)
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