El Rococó: dulzura y ensoñaciones de la aristocracia

¡Te doy la bienvenida a El gabinete del artista!

En la entrada de hoy he decidido inaugurar la sección de estilos y movimientos con uno de mis movimientos artísticos favoritos y que, a pesar de su breve duración en comparación a otros, resulta muy relevante en la corte francesa del siglo XVIII. ¡Te abro las puertas al Rococó!

Jean-Honoré Fragonard, Las felices casualidades del columpio o El columpio, 1767. Óleo sobre lienzo, 81 x 64,2 cm. Londres, Wallace Collection, P430.

El Rococó fue un movimiento artístico, surgido en Francia alrededor del 1700 y difundido en el resto de Europa hacia el 1730. Se considera por muchos un estilo "de transición" entre el Barroco y el Neoclasicismo debido a su corta duración, siendo su apogeo entre 1730 y 1750, pero conforma un estilo de gran importancia especialmente en su natal Francia y en Alemania.

El término Rococó es acuñado un siglo después, en 1842, como una forma burlesca de hacer referencia a la rocaille o rocalla, una decoración disimétrica que imita la forma de piedras, conchas y otros motivos de la naturaleza. Su uso abundante en este movimiento fue precisamente lo que inspiró a derivar el término de la ornamentación al nombre propio del arte de esta etapa.

Además del uso de la rocalla, el Rococó se caracterizaba por un gusto por la elegancia y la alegría, haciendo uso de colores pastel y ornamentaciones en oro en contraste con tonos blancos y marfiles que alejaban este estilo de la pomposidad del Barroco. Este estilo surgió como nueva tendencia en el diseño de interiores de las residencias de familias adineradas y nobles francesas, razón por la cual se denominó también estilo de Luis XV y se identificaba como el arte del Antiguo Régimen. Por supuesto, el diseño de interiores no sólo se limitaba al diseño de las estancias, sino que se extendía también a muebles, cortinas e incluso vajillas. Algunas de las obras arquitectónicas más conocidas del Rococó se pueden encontrar tanto en Francia, en el caso del Pabellón Francés del Petit Trianon en el Palacio de Versalles, como en otros países europeos, en el caso de la renovación de la emperatriz Isabel del Palacio de Catalina I de Rusia.

Exterior del Pabellón Francés del Petit Trianon (1750) de Ange-Jacques Gabriel, Palacio de Versalles
Fuente: Château de Versailles - Jardin français du Petit Trianon

Salón central del Pabellón Francés del Petit Trianon (1750) de Ange-Jacques Gabriel, Palacio de Versalles
Fuente: Pinterest

Exterior del Palacio de Catalina I (1752) renovado por Bartolomeo Rastrelli
Fuente: Thousand Wonders

Gran Salón del Palacio de Catalina I (1752) renovado por Bartolomeo Rastrelli
Fuente: Tsarskoe Selo State Museum and Heritage Site

Dentro del Rococó, cumplió una parte sumamente importante la denominada chinoiserie o chinería, un estilo artístico menor surgido en el último cuarto del siglo XVII y vio su auge gracias al arte rococó. La chinería se basaba en el uso de diseños de inspiración china caracterizados por la asimetría, una abundante decoración y el uso de lacados, rasgos muy similares a los del propio Rococó. Su aparición y popularización se debió principalmente al auge en la imitación de los diseños de la porcelana china en Europa, y reflejaba el gusto por lo exótico de la nobleza de la época. Dentro de la chinería, era muy apreciada la singerie o monería, una tendencia donde se retrataban a monos imitando a humanos, en este caso chinos, y donde utilizaban ropa y objetos similares. El mejor ejemplo de la monería es la estancia denominada la Grande Singerie, creada en 1737 dentro del castillo de Chantilly.

La Grande Singerie (1737), castillo de Chantilly
Fuente: Pinterest

Detalle de la Grande Singerie (1737)
Fuente: Flickr

Sin embargo, la arquitectura no fue el único área donde el Rococó desplegó sus alas, y es sin duda esencial mencionar la extensa cantidad de obras pictóricas pertenecientes a este estilo. Sabiendo ya la categorización del Rococó como el arte del Antiguo Régimen, es sencillo suponer su origen noble. Al ser utilizado para decorar estancias privadas de residencias nobles, la pintura galante trata temas más íntimos y cotidianos y rechaza los temas religiosos e históricos, por lo que no se limita por los valores morales de la época. Esto acaba definiendo la pintura del Rococó como una pintura superficial y hedonista que ensalza la frivolidad y libertinaje de la sociedad aristocrática. A través de colores pastel y una gran luminosidad, las obras de este movimiento suelen retratar escenas de la vida diaria con carácter exótico y natural.

Jean-Antoine Watteau, Peregrinaje a la isla de Cítera, 1717. Óleo sobre lienzo, 129 x 194 cm. Paris, Musée du Louvre, INV 8525.

Dentro de estas características, la figura de la mujer toma gran importancia a través de desnudos que evocan la sensualidad y la lujuria a sus espectadores a través de actitudes juguetonas. No sólo se diferencian del desnudo clásico por su erotismo, sino también por una predilección por muchachas jóvenes con cuerpos menudos que reflejan de nuevo su infantilidad. Este fue precisamente el rasgo más criticado por el ilustrado Diderot, que lo definió como "pinturas de senos y traseros" de forma despectiva y lo utilizó como referencia de lo que era necesario evitar en el arte para el Neoclasicismo posterior.

François Boucher, La Odalisca rubia (Louise O'Murphy), 1752. Óleo sobre lienzo, 59 x 73 cm. Munich, Alte Pinakothek, 1166.

En la pintura rococó, varios artistas franceses destacan excepcionalmente con una amplia variedad de obras, temas y rasgos:

  • Jean-Antoine Watteau (1684-1721): destacado pintor del último Barroco francés y uno de los primeros pintores del Rococó, fue el creador del género de "fiestas galantes" que retrata escenas campestres de jóvenes aristócratas festejando y estableció rasgos esenciales de este estilo.
  • François Boucher (1703-1770): considerado el máximo representante del Rococó parisino, es especialista en reflejar el espíritu hedonista y frívolo de la corte. Destacan sus retratos de Madame de Pompadour y diferentes desnudos juveniles.
  • Jean-Honoré Fragonard (1732-1806): tras intentar dedicarse a los temas históricos, este artista decide centrarse únicamente en temas eróticos y galantes, sin poder posteriormente adaptarse al Neoclasicismo. Destacan sus polissoneries (desnudos íntimos y muy eróticos) y su obra El columpio.
  • Maurice-Quentin de la Tour (1704-1788): el pastelista más reconocido del Rococó, sus retratos de acabado aterciopelado y gran detalle le facilitan convertirse en el retratista de Luis XV en 1750. 
  • Jean-Baptiste-Simeon Chardin (1699-1779): calificado como el pintor de la burguesía media, sustituye a la aristocracia por escenas cotidianas de familias burguesas abogando por el naturalismo. Fue precisamente ese naturalismo opuesto a la pintura galante lo que le valió los elogios de Diderot.

Este movimiento se considera de transición entre el Barroco y el Neoclasicismo debido a su limitación noble y su breve popularidad. No obstante, es mediante sus bases que el Neoclasicismo encuentra su significado a través del rechazo del hedonismo del Rococó y la defensa de los temas morales y pedagógicos. Se suma a esto el gran valor artístico y excelente calidad de la técnica de sus artistas, pudiendo encontrar obras exquisitas que nos permiten retomar las ensoñaciones nobles del siglo XVIII. Por ello, el Rococó era y sigue siendo fundamental en la historia del arte y el desarrollo de estilos posteriores.


¡Aquí se termina la entrada de hoy! Espero que te haya servido de ayuda para conocer un poco más este breve pero bello estilo y te anime a conocer más a fondo sus artistas.

¿Alguno de estos artistas te llama especialmente la atención y te gustaría saber más? ¿Te has enamorado de alguna de las obras aquí mostradas? Déjame un comentario con tu opinión si te gustaría que profundizase en alguno de estos artistas o sus obras.

¡Nos vemos pronto! ✨


FuentesTODO sobre el ROCOCÓ

López Castán Á., Artes visuales de los siglos XVIII y XIX (comunicación personal), 2021, Universidad Autónoma de Madrid.

Bango Torviso I. G., Muñoz Párraga M. C., Abad Castro C., López de Guereño Sanz M. T. (2017). Diccionario de términos artísticos. Madrid: Sílex, p. 526.

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